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El Museo Patio Herreriano presenta la primera exposición institucional de Chiara Carmoni en España
La obra de Chiara Camoni, una de las artistas más relevantes de su generación en Italia, llega a España a través del Museo Patio Herreriano - Fundación Municipal de Cultura (FMC). Valladolid se convierte así en la primera ciudad en acoger una exposición institucional individual de Camoni, quien presenta en la muestra 'Erguidas, yacentes' un importante conjunto de nuevas obras producidas específicamente para la Capilla del Museo y para la Sala 9.
La propuesta, presentada esta mañana por el gerente de la FMC, José Ignacio de Uribe; el director del museo, Javier Hontoria, y la propia Chiara Camoni; apela a la cualidad escenográfica de estos espacios emblemáticos desde dos perspectivas diferentes, como delata el título de la muestra, 'Erguidas, yacentes', jugando con su naturaleza arquitectónica.
La obra que Camoni (Piacenza, 1974) lleva a la Capilla en la serie de colonne (columnas) es un conjunto de piezas de raíz arquitectónica, como se desprende del nombre bajo el que se reúnen, pero poderosamente antropomorfas. Su presencia es incontestable y, sin embargo, a pesar de tan hiperbólicas cualidades, lo que se percibe en ellas es una profunda ambivalencia, pues cada una de las figuras, verticales y esbeltas, apelan en igual medida a lo humano, lo animal, lo arquitectónico, lo natural. Nociones oníricas circulan en torno a ellas como un viento tibio y ligero que acaricia hojas y ramas suavemente, y entre ellas se deslizan ecos de relatos míticos. Pero, sobre todo, lo que transmiten estas piezas es un compromiso insoslayable con la cualidad plástica de todo ejercicio artístico.
En toda exposición de Chiara Camoni son palpables climas variados que oscilan entre la austeridad y la exuberancia. La cerámica es el ámbito que cultiva con mayor énfasis. Incorpora en sus figuras materia viva procedente de la naturaleza con la que remite paradójicamente a lugares atávicos, diluyéndose en sus formas todo registro temporal o, mejor, concentrándose en ellas síntomas que bien podrían adscribirse a un amplio espectro de tradiciones estéticas.
Como manifiesta esta instalación en la Capilla, en su obra convergen invariablemente motivos que se sitán en un amplio espectro de lo que se entiende por tradición, que aquí es dúctil, permeable, hibrida; porque en su repertorio se escuchan voces que proceden de culturas ancestrales -prehelénicas en su mayor parte-, pero también se ven huellas que conducen al manierismo o al barroco.
Dos perros saludan al visitante a su llegada a la sala 9. Con ellos, Camoni apela de nuevo a tradiciones lejanas en los que los animales se integraban en las arquitecturas, en las jambas de las puertas, en dinteles y frisos. A lo que aquí apela su presencia, no obstante, es a su apego a lo telúrico. Tanto los perros como la odalisca que ha realizado ex profeso para esta ocasión delatan la incontestable relación con la materia de la que nacen, lo que invita al espectador a preguntarse si se encuentran siempre en proceso, en un perpetuo hacerse.
La arquitectura afianza su presencia en el centro de la sala con los célebres mosaicos de la artista. Realizados en mármol, porcelana o cerámica, designan un lugar y desprenden un aroma de vestigio, del espacio que fue, como un yacimiento arqueológico cuyas diferentes estancias se pudieran adivinar. A su vez, Camoni ha acotado el espacio con bloques de mármol que son serpientes pues, como las colonne de la Capilla, todo puede ser una misma cosa a la vez.
Al fondo, estructuras de cobre acogen sedas que tienen impresas formas de corte espectral, tomadas directamente de la naturaleza, a modo de frottage. Ofrecen presencias dudosas, envueltas en el misterio que invariablemente brindan al convocarse la vida y el arte.